Consejo de Cultura Universal

Cultura es el bagaje de conocimientos que los humanos y los pueblos cargan a cuestas con su personalidad. La cultura ha determinado las diferencias de una civilización con otra.

La civilización actual puede ser conocida, analizada y evaluada en tiempo presente, sin esperar como sucedió en el pasado a que el paso de los siglos nos den un reflejo exacto de su trayectoria que está matizada de características maravillosas pero desconcertantes, gracias a los fabulosos avances en los medios de divulgación, tales como radio, televisión, cine, periodismo, revistas y libros.

Por un lado la ciencia llegó a su máximo esplendor al penetrar en los secretos de la naturaleza de átomo y de los fenómenos que rodean al humano en el campo físico-químico, permitiéndole la gran hazaña histórica de la conquista de la luna. Por oto lado la gran angustia psíquica del humana por la impotencia que muestra esta misma ciencia ante las enfermedades que consumen al ser humano, ante las perspectivas de hambre por insuficiencia de conocimientos y de controles de los medios de producción alimenticia ante la superpoblación, creando psicosis de control de la natalidad y derivando en monstruosas medidas de esterilización de las cuales resultan los abusos sexuales que van enraizando en el espíritu los mecanismos genéticos de los valores bioculturales.

Por un lado los grandes avances conseguidos en las estructuras socio-económicas, con inimaginables logros productivos en la industria, el comercio y el profecionalismo técnico, determinando así nuevas fuentes de riqueza; por otro lado la tradicional faceta de la miseria, el hambre y la dispareja distribución de las propiedades.

Por otro lado la sorprendente variedad de instituciones culturales y espiritualistas que han carcomido y destruido la base de la sociedad: La familia, hundiendo a la sociedad en el maremagnum de la incomprensión y la desarmonía; en la angustia social y en el vacío espiritual.

Por un lado el desencadenamiento de guerras psicológicas y guerras físicas, de los unos atropellando el derecho de los otros por ambiciones de riquezas, por mal interpretadas ideologías que enfrentan en lucha sangrienta a los hermanos de una misma raza, de una misma nación, destruyendo las bases del derecho, de la ética y de los valores; y por otro lado vemos a organismos internacionales, mundiales como la O.E.A., la O.N.U. en constante debate entre una crisis surgida en el Oriente y otra en el Occidente. En permanente angustia pero en diligente labor de pacificación y armonización de las corrosivas circunstancias que rodean a la problemática del siglo –como los médicos ante el enfermo orgánico que pasa de un estado de crisis a otro, sofocando los peligros con medicinas oportunas, pero recayendo nuevamente el organismo por las muchas características patológicas que su mal desarrollo le ha proporcionado- siempre con el angustioso espectro de la crisis final, pero con el ennoblecedor gesto de la lucha titánica por doblegar el mal.

Todas estas actitudes de la realidad de nuestro siglo conforman nuestra cultura.

El Septrionismo, filosofía moderna que estudia los problemas del ser humano, buscando las causas y las soluciones de los mismos, ha llegado al convencimiento de que es el momento de proponer la creación de un organismo internacional que debió ser creado hace mucho tiempo. Este organismo internacional es el CONSEJO DE CULTURA UNIVERSAL.

Podemos constatar que al transcurrir sus casi 36 años de existencia, la O.N.U. ha prestado un eficiente servicio de equilibrio de los derechos de los países que la integran, en sus diferencias socio-políticas.

Podemos asimismo, estar seguros de que cualquier agresión, cualquier incidente que pretenda romper los imprescindibles buenas relaciones entre los países vecinos, será sofocada dentro de las posibilidades, por este valiosísimo organismo mundial, evitando males mayores que serían lamentables para todos los países del orbe y para todos y cada uno de los humanos.

Pero he aquí que si bien es cierto que disponemos de organismos que tienen por misión arbitrar nuestras diferencias e intereses socio-políticos, carecemos de un organismo primario, en su necesidad, que actúe como vacuna preventiva de las oleadas intelectuales de anarquismo, tanto socio-políticos como psicológicos, místico-religiosos como literario-científicos, interviniendo con la elevada misión en el análisis y censura de todas las corrientes del saber, advirtiendo a la humanidad los pros y los contras de cada acción intelectual de los seres humanos, de tal manera que se evite hacer de la cultura y los sistemas educativos más especulaciones comercial-políticas, a costa de hundir el intelecto del ser humano en el caos, la angustia mental, y la destrucción psicológica del humano mismo.

Este organismo: CONSEJO DE CULTURA UNIVERSAL, deberá estar integrado por las más altas autoridades, en cada una de las ramas del saber, tanto los que están a favor como en contra de las corrientes predominantes del conocimiento: religiosos, educadores, literatos, filósofos, periodistas, etc.; en fin, debe estar integrado por las mentalidades más lúcidas de la época, representantes de cada país –como en el caso de La Real Academia de la Lengua Española- así como debe existir en cada uno de ellos los delegados representativos que serán los voceros a quienes la ciudadanía escuchará por su excelso y libre conocimiento, fuera de intereses partidistas en las ideologías predominantes.

Creemos los Septriónicos, que con un organismo de esta categoría podría combatirse y controlarse la comercialización que se ha hecho con la literatura tanto escrita como hablada, que ha degenerado en el imperio del sexo, la corrupción moral de las concepciones pseudo-científicas y de la explotación de las supercherías; las cuales, en conjunto, repercuten inmensamente en los problemas de la humanidad, inclusive en los socio-políticos, a través de la invisible pero palpable formación psico-cultural de nuestras juventudes y generaciones.

Creemos que es impostergable la necesidad de que los humanos más incapaces del planeta se reúnan bajo una misma consigna: POR EL BIENESTAR DEL SER HUMANO CON EL SER HUMANO, y dialoguen, polemicen todo lo que sea necesario para emitir un juicio sensato, luminoso, que de paz, que de equilibrio y una satisfacción del por qué se existe y el par qué se debe luchar en un futuro inmediato, libre de dogmatismos, libre de presiones políticas; poseídos tan sólo por el espíritu luminoso de la Inteligencia Divina, que debe ser la verdad de las cosas. No esa falsa verdad que da enemigos. No esa creencia de ser poseedores de la verdad con sentencias ilógicas y utópicas, sino más bien esa verdad única que es todo armonía y comprensión, todo equilibrio y operancia dentro de las leyes fundamentales de la naturaleza.

Los Septriónicos elevamos nuestra petición al mundo, a la O.N.U. en la esperanza de que su inteligencia comprenda la gran urgencia que tenemos los humanos del planeta de que se nos respete el sagrado libre albedrío para raciocinar y escoger entre lo bueno y lo malo que la mentalidad de los humanos proporciona a la inconsciente masa social.

Los Septriónicos ofrecemos nuestras bases pensantes de búsqueda de la verdad: conocimiento, raciocinio, sentido común y lógica. Y unida a estas bases entregamos nuestra imparcial filosofía para que los humanos la utilicen en el bien de sí mismos.

Shikry Gama

1 Comments:

  • At 7:49 PM, Blogger EDSC said…

    La UNESCO me parece que cumple o debe cumplir ese propósito.

     

Post a Comment

<< Home